Os aseguramos que una vez que conozcáis vuestro dolor, éste nunca será el mismo.
Queremos subrayar la importancia de conocer por qué sentimos dolor y qué es ese dolor. En muchas ocasiones, conocer nuestro dolor puede suponer un antes y un después en nuestra vida.
¿QUÉ ES EL DOLOR?
En el primer post sobre dolor, os hablamos sobre unos receptores que tenemos en todo nuestro cuerpo, los nociceptores, ¿lo recordáis? Si no, no os preocupéis, en este post vamos a hablar un poco más sobre ello y lo que realmente pasa cuando sentimos dolor.
Como acabamos de decir, tenemos receptores en todo nuestro cuerpo. Algunos se encargan de percibir sensaciones como calor/frio, otros responden a estímulos químicos como acidez, y otros responden a estímulos mecánicos como texturas diferentes, estiramiento, fricción.
Estos receptores se encuentran alojados además en nuestras neuronas, y al recibir un estímulo determinado, pasan a la acción. Pero ojo! esto no significa que tengamos dolor inmediato. Estos receptores son una especie de scanner que está pasando revista a nuestro cuerpo de manera continua, e informan a nuestro cerebro de cómo se encuentra nuestro cuerpo en relación al entorno en todo momento.
La cantidad de receptores estimulados determinará la intensidad de la señal al cerebro y con ello el consiguiente análisis.
¿QUÉ sabemos de ESTOS RECEPTORES?
Tienen la capacidad de multiplicarse o de disminuir su número en función de la cantidad de estímulos recibidos. Por ejemplo, si continuamente estoy golpeando mi codo contra el pico de la mesa, los receptores de presión aumentarán en esa zona para incrementar la señal de alarma al cerebro. Pero esto también ocurre en el sentido contrario. La sensibilidad frente al dolor puede cambiar.
La vida de estos receptores es limitada y corta, es más, estos receptores se renuevan cada pocos días. A este fenómeno se le conoce como apoptosis celular, y es algo NORMAL y POSITIVO. De nuevo, tu grado o dolor puede cambiar.
Hemos visto cómo estos receptores se pueden excitar ante distintos estímulos, pero eso no es igual a dolor, solo envían señales de peligro potencial. A esto se le llama nocicepción.
Por otro lado, estos sensores se encuentran dentro de la neurona, cuantos más sensores se activen, mayor será la activación de la neurona y por tanto mayor será la señal a la parte posterior de la médula espinal.
Una vez llega la señal a la médula, llegamos a la segunda barrera (recordad, que la primera depende del número de sensores estimulados). En este punto, la señal proveniente de la neurona puede no ser suficientemente fuerte, por lo que estímulo de peligro (no dolor) quedará aquí, o puede ser lo suficientemente potente como para seguir con el circuito.
En este caso se pueden producir varias cosas:
La señal activa otras áreas cercanas en la médula: todos hemos oído que cuando una persona sufre un infarto (los receptores del corazón mandan una señal muy fuerte de alarma) tenemos dolor en el brazo izquierdo (los receptores del brazo también se estimulan por la gran alarma proveniente del corazón). Los que ya tengáis experiencia con la fisioterapia, habréis escuchado hablar de los puntos gatillo, esos puntos que cuando son presionados con cierta intensidad generan dolor a distancia. Este dolor podría darse debido a esto.
La señal de alarma sigue hacia el cerebro, donde se analizará y producirá dolor o no.
SEÑALES DE ALARMA. ¿PELIGRO CONSTANTE?
Llegados a este punto, tenemos una buena noticia, estas señales de alarma trabajan 24 horas al día, los 365 días del año, y así es como debe ser. Pero el cerebro posee una defensa mucho más potente para evitar que nuestro sistema de alarma nos inunde con peligro constante.
A esto se le conoce como circuito descendente inhibidor, y actúa gracias a diferentes hormonas opiáceas controlando en todo momento que el peligro constante que supone el mundo no nos paralice.
Pero además de este sistema inhibidor, tenemos otros sistemas que actúan en nuestro cuerpo para protegernos frente al mundo exterior
El sistema muscular
El sistema inmune
El sistema endocrino
El sistema nervioso simpático
El parasimpático
Todos ellos trabajan silenciosamente para proporcionarnos mecanismos de acción y reparación.
MUY IMPORTANTE:
Recordad que nuestro cuerpo es extremadamente fuerte. Somos capaces de sobrevivir sin comer varias semanas, somos capaces de adaptarnos a cualquier medio como el desierto o el ártico.
¡No tengas miedo, si hemos llegado hasta aquí es por algo!
Comments